8 mandamiento
Consumir lo necesario y priorizar el consumo de lo que producimos localmente
Hay hambre en un mundo de abundancia y derroche. Cada día, 100.000 seres humanos mueren de hambre . El hambre en los países llamados “subdesarrollados” es la causa del 95 % de las muertes. Cada cinco segundos, un niño menor de diez años muere de hambre. Cada cuatro minutos, alguien pierde la vista debido a la falta de Vitamina A. Hay 854 millones de seres humanos gravemente infraalimentados, mutilados por el hambre permanente .
Estudios de la FAO señalan que con las actuales fuerzas de producción agrícola se podría alimentar a 12.000 millones de seres humanos, es decir, casi el doble de la población mundial actual . Sin embargo, no se produce lo necesario para alimentar a toda la población mundial, sólo se produce lo que ordena el mercado y la ansiedad de ganancias siempre creciente.
Tenemos que acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. En la parte más pobre del planeta, mueren millones de seres humanos de hambre cada año; en la parte más rica del planeta, al mismo tiempo, se gastan millones de dólares para combatir la obesidad. Consumimos en exceso, derrochamos los recursos naturales y producimos la basura que contamina a la Madre Tierra.
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A la crisis del cambio climático y a la crisis energética, se suma ahora una crisis alimentaria creciente que está muy vinculada a las otras dos crisis. El precio de los alimentos se ha encarecido en 45 % en los últimos nueve meses . Los cereales han tenido un alza del 41 %; los aceites vegetales han subido en un 60 % y los productos lácteos en un 83 %. La CEPAL calcula que un incremento del 15 % en el precio de los alimentos eleva la incidencia de la indigencia en casi tres puntos, del 12,7 % al 15,9 %. El alza en el precio del barril del petróleo ha incrementado los costos de producción y transporte de los bienes agrícolas. A ello hay que sumarle el efecto de los desastres naturales ocasionados por el cambio climático en varias regiones agrícolas del planeta. La producción de biocombustibles también contribuye al alza del precio de los alimentos.
Esta crisis alimentaria va a ser profundizada por otro factor: el libre mercado. En 2006 las exportaciones de alimentos subieron en un 8% con respecto a años anteriores. Sin embargo, la producción de alimentos per cápita apenas creció en un 1,1 % en 9 años . La distribución de alimentos se realiza cada vez más según las presiones del mercado y no por las necesidades de la población. Grandes países exportadores agrícolas tienen poblaciones con hambre crónica. La producción y comercialización de alimentos tiene que estar regulada socialmente y no puede estar librada a las fuerzas del libre mercado.
Los países debemos priorizar el consumo de lo que producimos localmente. Un producto que recorre la mitad del mundo para llegar a su destino no puede ser más barato que aquél que se produce nacionalmente. Pero, si tomamos en cuenta los costos ambientales del transporte de dicha mercadería y el consumo de energía y la cantidad de emisiones de carbono que genera, entonces podemos llegar a la conclusión de que es más sano para el planeta y la humanidad priorizar el consumo de lo que se produce localmente. El modelo neoliberal priorizó la agricultura comercial agro-exportadora. Hoy tenemos que revertir esa tendencia y buscar cada vez más el desarrollo de la producción para el consumo interno, especialmente en relación a los alimentos y a los productos básicos. El comercio exterior debe ser un complemento de la producción local. De ninguna manera podemos privilegiar el mercado externo a costa de la producción nacional. Un informe de la ONU considera que el mercado global de alimentos básicos, como el trigo, es demasiado sensible a variaciones imprevistas de precios, por lo que los países que importan la mayor parte de lo que comen están expuestos a padecer hambrunas.
No podemos permitir que a título de incrementar la productividad se generalicen los alimentos genéticamente modificados. La naturaleza no puede ser sometida a los caprichos de un laboratorio sin que en el futuro se sufran las consecuencias de los llamados productos transgénicos.
Consumir lo necesario y priorizar el consumo de lo que producimos localmente es prioritario para salvar el planeta, la humanidad y la vida.
*Información extraida del Documento: "Los 10 mandamientos para salvar el planeta, la humanidad y la vida".