7 mandamiento
Los servicios básicos como un derecho humano
Nosotros, los pueblos indígenas del planeta, proclamamos que los servicios básicos de educación, salud, agua, comunicación, transporte y acceso a la informática son un derecho humano. Son un derecho humano porque se trata de servicios fundamentales para la vida en sociedad. Por eso, porque se trata de un derecho humano fundamental, estos servicios no pueden convertirse en negocio privado, deben constituirse en la base de los servicios públicos.¿Cuál es la situación del mundo hoy si hablamos del conocimiento? Lo que vemos, en países y regiones, son pequeños oasis del conocimiento en medio de grandes desiertos de postergación y marginamiento. Éste ha sido, en gran medida, el resultado de la privatización de los sistemas educativos en las últimas décadas. La calidad de la educación pública, con contadas excepciones en el mundo, se ha venido deteriorando. Los Estados han ido disminuyendo sus presupuestos para la educación y se han concentrado en la educación primaría y una formación orientada a la producción. La educación, en general, y el derecho de saber leer y escribir, se han convertido en el patrimonio de los que más tienen y en una esperanza casi inalcanzable para los más pobres, para la mayoría de la población en el planeta.
Y si pensamos en quiénes tienen en sus manos la ciencia y la tecnología en el planeta, nuevamente encontramos pequeñas islas privatizadas en medio de inmensos océanos públicos de exclusión, marginamiento y postergación. Son las grandes empresas transnacionales, a través de un complejo sistema de propiedad intelectual, las que mantienen y pagan los costos de la ciencia y la tecnología en el planeta. La educación y el conocimiento en manos privadas tiene un solo objetivo: perpetuar y reproducir el sistema capitalista que está hiriendo de muerte al planeta. Para romper el monopolio del conocimiento y colocarlo al servicio del conjunto de la humanidad es fundamental garantizar la educación como derecho humano, y por lo tanto, como servicio público, accesible a toda la sociedad y garantizando la democratización del acceso al conocimiento.
La investigación científica no puede ser privatizada. Tienen que desarrollarla los Estados, promoviendo un acceso libre y gratuito a sus logros, a través de patentes libres y abiertas que han demostrado su eficacidad tanto científica como económica.
El derecho humano a la salud bajo el sistema capitalista se está convirtiendo en letra muerta. La salud pública en la gran mayoría de los países del mundo es absolutamente deficiente y abarca a sólo una parte de la población. Sólo quienes tienen dinero pueden acceder a los servicios de salud. La salud es cada vez más un negocio y no un servicio a todo ser humano. Grandes compañías de seguros y sistemas privados de salud tratan a las personas como consumidores, como compradores de una mercancía, y esa mercancía es nada menos que el derecho a la vida. La situación se agrava por el creciente monopolio de las patentes de los medicamentos en manos de un grupo de grandes empresas farmacéuticas. El financiamiento para la investigación de nuevos medicamentos no se dirige a las grandes enfermedades que aquejan a la humanidad, sino a aquellas que más ganancias generan.
La salud es un derecho humano y no puede ser tratada como un negocio privado, debe mantenerse y fortalecerse como servicio público universal y de calidad para todos.
El mundo de hoy, es el mundo de las telecomunicaciones, el transporte y el acceso a la informática. Estos servicios no pueden ser vistos como oportunidades de negocios porque una población sin la posibilidad de comunicarse con los demás es una población aislada y marginada. Hoy, y a pesar de la importancia de estos servicios, las estadísticas muestran que las inversiones se concentran especialmente en aquellos sectores que pueden pagar estos servicios y generar jugosas utilidades. El derecho a la comunicación es un derecho humano que no puede estar controlado por grandes transnacionales. La sociedad en su conjunto debe recuperar estos servicios para convertirlos en servicios públicos, universales y de acceso a toda la población.
Para salvar al planeta es fundamental garantizar estos derechos humanos para toda la población. Una población sin derechos es una población incapaz de defender la Madre Tierra. Por eso nuestra tarea es garantizar que estos servicios sean derechos humanos a través de una eficiente gestión pública y social.
*Información extraida del Documento: "Los 10 mandamientos para salvar el planeta, la humanidad y la vida".